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La Xbox Series S se lanzó junto con la Xbox Series X, como una alternativa más asequible y accesible para los jugadores que querían disfrutar de las ventajas de la nueva generación sin gastar demasiado. Ofrece una experiencia de juego similar, aunque con algunas limitaciones técnicas.

​La principal diferencia entre ambas consolas es la resolución máxima que pueden alcanzar: mientras que la Xbox Series X puede llegar a los 4K nativos y hasta los 8K mediante reescalado, la Xbox Series S se queda en los 1440p (2K) como máximo, y puede bajar a los 1080p (Full HD) en algunos juegos. Además, la Xbox Series S tiene menos memoria RAM (10 GB frente a 16 GB), menos potencia gráfica (4 teraflops frente a 12,1 teraflops) y menos capacidad de almacenamiento (512 GB frente a 1 TB).

​Sin embargo, estas diferencias no parecen haber sido un obstáculo para que muchos usuarios se decantaran por ella, ya que ofrece otras ventajas como su menor tamaño, su diseño más discreto y su compatibilidad con las mismas funciones y servicios que la Xbox Series X. Entre ellos se encuentran el Quick Resume, que permite cambiar entre varios juegos sin perder el progreso; el Smart Delivery, que garantiza que se descargue la mejor versión de cada juego según la consola; el Auto HDR, que mejora el contraste y el color de los juegos; o el Ray Tracing, que simula los efectos de luz y sombra de forma realista.

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​Además, la Xbox Series S se beneficia del ecosistema de Microsoft, que incluye el servicio de suscripción Xbox Game Pass, que ofrece acceso a más de 100 juegos por una cuota mensual; el servicio de streaming xCloud, que permite jugar desde cualquier dispositivo conectado a internet; o la retrocompatibilidad con miles de juegos de las anteriores generaciones de Xbox. Estas características hacen que la Xbox Series S sea una opción muy atractiva para los jugadores que no tienen una televisión 4K o que prefieren priorizar el rendimiento sobre la resolución.

​Los datos publicados revelan que la Xbox Series S ha vendido más de 21 millones de unidades desde su lanzamiento, superando a la Xbox Series X, que ha vendido unos 18 millones. Además, según Microsoft, el 48% de los usuarios de la Xbox Series S son nuevos en el ecosistema de Xbox, lo que indica que la consola ha logrado captar a un público diferente al habitual. Por otro lado, el uso medio de la Xbox Series S ha aumentado un 20% en el último trimestre, lo que refleja un mayor grado de satisfacción y fidelidad por parte de los consumidores.

​Estos resultados confirman que Microsoft acertó al apostar por una estrategia diferenciada para su nueva generación de consolas, ofreciendo dos opciones para distintos perfiles de jugadores. La Xbox Series S se ha convertido en la consola más popular de Microsoft gracias a su relación calidad-precio y a su integración con los servicios y funciones más innovadores del mercado. Aunque no pueda competir con la potencia bruta de la Xbox Series X o la PlayStation 5, la Xbox Series S ha demostrado que hay otros factores que influyen en la decisión de compra y en la experiencia de juego.