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Yogventures era el nombre de un videojuego que se anunció en 2012 como un proyecto colaborativo entre el popular canal de YouTube The Yogscast y el estudio independiente Winterkewl Games. Se presentaba como un sandbox de mundo abierto en el que los jugadores podrían explorar, construir y vivir sus propias aventuras junto a los carismáticos personajes creados por Simon Lane y Lewis Brindley, los fundadores de The Yogscast. Contaba con el apoyo de una enorme comunidad de fans que seguían las divertidas series de vídeos que el canal producía sobre juegos como World of Warcraft, Minecraft o Garry's Mod.

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​Para financiar su desarrollo, se lanzó una campaña de crowdfunding en la plataforma Kickstarter, con una meta inicial de 250.000 dólares. La campaña fue un éxito rotundo y consiguió recaudar más de 567.000 dólares, gracias a las donaciones de más de 13.000 personas. Los donantes recibieron diversas recompensas según su aportación, que iban desde una copia digital del juego hasta una visita al estudio de The Yogscast en Bristol, pasando por camisetas, pósters, figuras o la posibilidad de diseñar un personaje o un escenario para el juego.

​Kickstarter es una popular plataforma de recaudación de fondos para nuevos proyectos.

​Sin embargo, lo que parecía un sueño hecho realidad pronto se convirtió en una pesadilla. El desarrollo se vio plagado de problemas, retrasos, cambios de planes y desacuerdos entre las partes implicadas. El juego, que se esperaba que estuviera listo a finales de 2013, no mostraba avances significativos ni cumplía con las expectativas de los fans. Las actualizaciones eran cada vez más escasas y vagas, y la comunicación entre los desarrolladores y los donantes se deterioraba. Los rumores sobre una posible cancelación empezaron a circular por internet, y la desconfianza y el enfado de los fans crecían.

​Kris Vale tuvo que confirmar la cancelación de Yogventures.

​Finalmente, en julio de 2014, se confirmó lo que muchos temían: el juego estaba cancelado y el estudio Winterkewl Games se disolvía. En un comunicado publicado en la página de Kickstarter, Kris Vale, el fundador de Winterkewl Games, explicó las razones del fracaso del proyecto y asumió toda la responsabilidad. Según Vale, el estudio cometió varios errores de gestión, como contratar a un artista que cobró 35.000 dólares y no entregó el trabajo, o gastar 150.000 dólares en una licencia del motor gráfico Unity Pro que resultó ser innecesaria. Además, el estudio se vio afectado por la crisis económica y algunos de sus miembros tuvieron que abandonar el proyecto por motivos personales o profesionales. Vale también reveló que el contrato que firmó con The Yogscast le obligaba a entregarles el 60% de los beneficios del juego, así como el 30% del dinero recaudado en Kickstarter, lo que suponía unos 150.000 dólares. Vale afirmó que entregó ese dinero a The Yogscast, pero que nunca recibió ningún tipo de ayuda o asesoramiento por su parte.

​Yogscast ofreció el juego TUG como compensación a los mecenas.

​The Yogscast también emitió un comunicado en el que expresaron su decepción por la cancelación del juego y su solidaridad con los donantes. El canal aseguró que no recibieron ningún beneficio del dinero de Kickstarter y que lo invirtieron en la producción de otros contenidos relacionados con el juego, como vídeos, merchandising o eventos. También anunciaron que habían llegado a un acuerdo con el estudio Nerd Kingdom para ofrecer a los donantes una copia gratuita de su juego TUG, otro sandbox de mundo abierto que se encontraba en fase de desarrollo. Además, prometieron que seguirían buscando formas de compensar a los donantes y de hacer realidad el sueño de Yogventures de alguna manera.

​La cancelación de Yogventures fue uno de los mayores escándalos de la historia de los videojuegos y del crowdfunding. El juego se convirtió en un símbolo de las promesas incumplidas, de la falta de transparencia y de la mala gestión de los recursos. El caso generó un gran debate sobre la ética y la responsabilidad de los creadores de contenido y de los desarrolladores de videojuegos, así como sobre los derechos y las expectativas de los consumidores. Muchos fans se sintieron estafados y traicionados por The Yogscast, a quienes acusaron de haberse aprovechado de su confianza y de su dinero. Otros, en cambio, defendieron al canal y criticaron al estudio Winterkewl Games por su incompetencia y su falta de profesionalidad. Algunos incluso demandaron la devolución de su dinero o una compensación adecuada por el juego cancelado.

​A día de hoy, este sigue siendo un tema sensible y polémico para la comunidad de The Yogscast y para el mundo de los videojuegos en general. El canal ha intentado dejar atrás el asunto y centrarse en otros proyectos, como su exitosa iniciativa benéfica Jingle Jam, que cada año recauda millones de libras para diversas organizaciones. Sin embargo, el recuerdo de Yogventures sigue presente y es difícil de borrar. El juego que pudo ser y no fue sigue siendo una herida abierta para muchos fans que aún esperan una explicación, una disculpa o una reparación.

​Yogventures fue un fracaso, pero también una lección. Una lección sobre los riesgos y las oportunidades del crowdfunding, sobre la confianza y la decepción, y sobre el poder y la responsabilidad de los creadores y los consumidores de videojuegos.