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Esta es la historia de Mark Odorisio, un antiguo dueño de una tienda de videojuegos en Nebraska, Estados Unidos, que encontró una fortuna en su propio inventario. En 1994 abrió su tienda especializada en videojuegos para consolas como Super Nintendo y Sega Genesis. Sin embargo, debido a la disminución de las ventas, se vio obligado a cerrar su negocio en 1998. En lugar de liquidar su inventario, decidió almacenar los juegos, una decisión que, treinta años después, resultó ser extremadamente lucrativa.

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​En la década de los 90, la industria de los videojuegos estaba en plena transición. Las consolas de cartuchos como Super Nintendo y Sega Genesis estaban siendo reemplazadas por sistemas más avanzados que utilizaban discos, como la PlayStation. Esta transición afectó negativamente a muchas tiendas de videojuegos, incluyendo la de Odorisio. A pesar de los desafíos financieros, decidió no vender su inventario a precios reducidos. En su lugar, almacenó más de 300 juegos, muchos de ellos nuevos y sellados, con la esperanza de que algún día aumentarían su valor.

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​Entre los juegos almacenados se encuentran títulos icónicos como Chrono Trigger, Final Fantasy III y Mortal Kombat. Estos juegos, que en su momento eran considerados obsoletos, han adquirido un valor significativo en el mercado de coleccionistas. Odorisio, sin saber el valor real de su colección, consideró regalarlos a sus sobrinos. Sin embargo, uno de sus hermanos, conocedor del mercado de coleccionistas, le advirtió sobre el potencial económico de su inventario.

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​Tras una evaluación por parte de especialistas, la colección fue valorada en más de $1,000,000. Esta cifra refleja no solo el estado impecable de los juegos, muchos de los cuales están sellados, sino también la creciente demanda de videojuegos retro entre los coleccionistas. La decisión de almacenar los juegos en lugar de liquidarlos ha demostrado ser una inversión extremadamente rentable.

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​Con la valoración de su colección, Odorisio consideró vender los juegos para cumplir su sueño de comprar una casa en el Medio Oeste de Estados Unidos. Aún no ha vendido toda su colección, pero está en proceso de hacerlo. Según la información disponible, todavía tiene juegos a la venta a través de la tienda de videojuegos Gameroom, en Omaha, en la cual empezó a trabajar. Esta colaboración podría aumentar aún más el valor de su colección, permitiéndole obtener una ganancia significativa.

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​Esta historia demuestra cómo una decisión aparentemente simple puede tener un impacto significativo a largo plazo. Al optar por almacenar su inventario en lugar de liquidarlo, encontró una fortuna inesperada en el mundo de los videojuegos retro.