El pasado 18 de septiembre de 2023, el mundo de los videojuegos se vio sacudido por una de las filtraciones más impactantes de la historia: más de 90 vídeos de GTA 6, el esperado juego de Rockstar Games, fueron publicados en un foro de internet por un hacker que afirmaba haber accedido a los servidores de la compañía y haber robado el código fuente del juego. Los vídeos mostraban escenas del juego ambientado en Vice City, la ciudad ficticia inspirada en Miami, y revelaban detalles como la inclusión de una protagonista femenina, algo inédito en la saga.

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Trailer oficial de GTA VI



​La filtración causó un gran revuelo entre los fans de GTA, que llevaban años esperando noticias sobre la nueva entrega, y también entre los responsables de Rockstar Games, que confirmaron el ataque y aseguraron que el desarrollo del juego no se vería afectado. Sin embargo, la filtración también tuvo consecuencias legales para el autor del hackeo, que fue identificado y detenido por la policía de Londres con la colaboración del FBI.



​Se trata de un joven de 17 años, conocido en el mundo hacker como Tea Pot, que formaba parte del grupo LAPSUS$, responsable de otros ataques informáticos de alto perfil a empresas como NVIDIA, Samsung, Microsoft, Mercado Libre y Okta. El adolescente ya había sido arrestado en marzo de 2022 por su implicación en estos casos, pero fue puesto en libertad bajo fianza con la condición de no conectarse a internet durante 30 días. Sin embargo, el joven violó esta medida y volvió a hackear, esta vez a Rockstar Games y a Uber, empresa que también sufrió una filtración de datos por su parte.



​El pasado 21 de diciembre de 2023, el joven se presentó ante la corte juvenil de Highbury Corner, donde se declaró inocente del cargo de mal uso de un ordenador, pero culpable de haber violado las condiciones de su fianza. El tribunal lo declaró culpable del hackeo a Rockstar Games y lo condenó a cadena perpetua en un hospital psiquiátrico, donde permanecerá hasta que deje de ser un peligro para la sociedad. El juez argumentó que el joven había demostrado una “falta de remordimiento” y una “obsesión enfermiza” por el hackeo, y que había causado un “daño irreparable” a la industria de los videojuegos y a la privacidad de los usuarios.



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​La sentencia ha generado opiniones encontradas entre los expertos y los aficionados. Algunos la consideran excesiva y desproporcionada, y la ven como una forma de intimidar a los hackers y de proteger los intereses de las grandes corporaciones. Otros, en cambio, la apoyan y la ven como una forma de hacer justicia y de disuadir a futuros hackers de cometer delitos similares.